“Puedes hacerlo mejor.”
“Deberías haberlo previsto.”
“Estuvo bien, pero…”
Brenda Gaona
PSICOTERAPEUTA GESTALT
¿Te suena familiar? Para muchas personas, estos pensamientos no son esporádicos, sino una constante interna. Se trata de la voz de la autoexigencia: una fuerza invisible que empuja a lograr más, rendir al máximo y fracasar lo menos posible, a veces a costa de la paz mental.
Pero ¿de dónde proviene esa necesidad casi obsesiva y compulsiva de exigirse tanto?
La autoexigencia suele estar profundamente ligada a nuestras primeras experiencias de validación. Muchos niños crecen asociando el amor con el logro: eran elogiados o recompensados cuando obtenían buenas calificaciones, se portaban “bien” o cumplían con las expectativas familiares. Así, inconscientemente, aprenden que su valor depende de lo que hacen, no de lo que son.
Con el tiempo, esa creencia se internaliza. Ya no hace falta que alguien lo diga: nosotros mismos nos convertimos en jueces implacables. Y como siempre hay algo que mejorar, nunca hay descanso. La meta se vuelve inalcanzable.
Psicológicamente, esta dinámica puede esconder un miedo más profundo: el temor a no ser suficientes. A veces incluso se confunde con motivación, pero no es lo mismo moverse desde el deseo que desde la carencia. La autoexigencia no busca crecer, sino evitar la crítica, el rechazo o la vergüenza.
El problema no está en tener metas ni en aspirar a más. El problema es que, cuando la autoexigencia gobierna, el fracaso no se vive como aprendizaje, sino como condena. Y lo más irónico: aunque la persona dé resultados excepcionales, rara vez se siente satisfecha.
¿Qué podemos hacer al respecto?
Primero, identificar esa voz interna y cuestionarla. ¿A quién pertenece? ¿Es realmente mía o la heredé? Luego, aprender a hablarnos con compasión, como lo haríamos con alguien a quien amamos. Y, finalmente, comprender que nuestro valor no depende del rendimiento: somos suficientes, incluso cuando no somos perfectos.
Quizás la verdadera exigencia no debería ser hacer más, sino aprender a ser más humanos con nosotros mismos.
A veces se requiere un poco de apoyo. Siempre es válido recordar que todos necesitamos ayuda, y en muchas ocasiones, la guía de un profesional de la salud mental puede marcar la diferencia.
Contacto: bren0gaona@gmail.com